JORGE COVARRUBIAS/La Jornada Jalisco/09-07-10
Una mañana lluviosa y un olor nauseabundo que se percibe a kilómetros de distancia recibe a los habitantes de las comunidades de Huaxtla, Mesa de San Juan, Milpillas, La Soledad y San Francisco de Ixcatán, pertenecientes al municipio de Zapopan. Están en el acceso que conduce a los vertederos de Hasar’s y Picachos, donde todos los días llegan aproximadamente mil 200 toneladas de basura para ser procesadas.
Desde las camionetas en que se guarecen de la lluvia ven con preocupación los chorros de agua color ocre que bajan por los canales de ambos tiraderos para mezclarse con el agua limpia del arroyo Milpillas, que tiene su origen en las montañas que rodean a los poblados.
Llegaron de sorpresa, sin aviso a las autoridades, para corroborar lo que ya sospechaban; que los vertederos siguen arrojando los lixiviados al afluente en completa impunidad. Lo hacen de noche en la clandestinidad, y preferentemente durante el temporal de lluvias, explicó Teódulo Orozco, habitante de Huaxtla.
Una mañana lluviosa y un olor nauseabundo que se percibe a kilómetros de distancia recibe a los habitantes de las comunidades de Huaxtla, Mesa de San Juan, Milpillas, La Soledad y San Francisco de Ixcatán, pertenecientes al municipio de Zapopan. Están en el acceso que conduce a los vertederos de Hasar’s y Picachos, donde todos los días llegan aproximadamente mil 200 toneladas de basura para ser procesadas.
Desde las camionetas en que se guarecen de la lluvia ven con preocupación los chorros de agua color ocre que bajan por los canales de ambos tiraderos para mezclarse con el agua limpia del arroyo Milpillas, que tiene su origen en las montañas que rodean a los poblados.
Llegaron de sorpresa, sin aviso a las autoridades, para corroborar lo que ya sospechaban; que los vertederos siguen arrojando los lixiviados al afluente en completa impunidad. Lo hacen de noche en la clandestinidad, y preferentemente durante el temporal de lluvias, explicó Teódulo Orozco, habitante de Huaxtla.
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